La compañía es referente nacional en su apuesta por la sostenibilidad y el ahorro energético. Cada rincón de la Torre DKV de Zaragoza, su sede corporativa, desvela cómo la apuesta por la eficiencia ayuda además a mejorar el confort de los empleados y el clima laboral. El Gobierno de Aragón acaba de concederles el Premio Medio Ambiente 2016.
La Torre DKV, sede corporativa de la compañía, está ubicada en la Torre Sur de del complejo World Trade Center de Zaragoza. En su puerta, una placa enumera discretamente todas las certificaciones con las que cuenta el edificio: etiquetado energético de edificio clase A, ISO 50001 (Sistemas de Gestión Energética), ISO 14001 (Sistemas de Gestión Ambiental), CeroCO2, EMAS (Ecogestión y ecoauditoría), SGE21 (Sistema de Gestión Ética y Socialmente Responsable), ISO 21542 (Accesibilidad)… y el prestigioso y exigente Leed Gold (sistema de certificación de edificios sostenibles). «Los factores medioambientales afectan directamente a la salud, donde desarrollamos nuestra actividad, por lo que apostamos por las mejores prácticas posibles», resume David Munárriz, responsable de Mantenimiento e Inmuebles de DKV.
El edificio, donde trabajan 300 personas en un superficie de 8.000 metros cuadrados útiles repartidos en nueve plantas, es un referente nacional en cuanto a gestión energética y sostenibilidad. La estrategia, que se expande a las cerca de 60 oficinas repartidas por toda España, entronca con la apuesta de la compañía por conformar espacios de trabajo vivos y armónicos sustentados en tres pilares: sostenibilidad, salud de las instalaciones y arte para impulsar la creatividad. Este compromiso ha convertido a la compañía en merecedora del Premio Medio Ambiente de Aragón 2016.
Diseñando el edificio eficiente
Para entender cómo la Torre DKV se ha convertido en referente de eficiencia energética se debe conocer cómo se puso en marcha el proyecto. «Ante la falta de espacio en la antigua sede de la avenida Cesaraugusto, DKV se vio ante la necesidad de contar con una nueva sede más amplia. Se planteó la posibilidad de construir un nuevo edificio o –la mejor práctica- la rehabilitación de uno ya existente. Así es como se llegó hasta la actual sede, que estaba sin uso desde 2008», recuerda Munárriz.
El proyecto se realizó en un año donde los requisitos ambientales y de eficiencia energética siempre fueron irrenunciables. «Las certificaciones, lejos de dificultar las obras, ayudaron a diseñar el edificio que queríamos porque definen claramente los requisitos», recuerda el responsable de Mantenimiento e Inmuebles de DKV., DKV cuenta con la colaboración de la Universidad de Zaragoza y la Fundación CIRCE para el modelado de la energía del edificio. «Comparado con el original, se pasó de 400 Kw/hora por metro cuadrado año a 191 Kw/h, reduciéndolo a la mitad», apunta Munárriz. El edificio pasó de un etiquetado energético clase D al actual A.
Medidas de eficiencia
El listado de acciones de eficiencia energética implantadas en la Torre DKV abarca actuaciones en agua, aire, energía, materiales y movilidad, un compendio «de grandes, pero también pequeñas acciones»:
Agua
El consumo de agua está regulado mediante grifos por sensor. En los servicios, las cisternas tienen una capacidad de 4 litros en lugar de 8, cuentan con urinarios sin agua, duchas con perlizadores y difusores, entre otros.
Consumo eléctrico
Tienen instalado un sistema de gestión del alumbrado que permite la autorregulación según la entrada natural de luz y detectores de presencia en los lugares de trabajo. Todo el edificio cuenta con iluminación LED. El total de la compañía contrata energía renovable certificada en origen.
Calefacción
En la zona del aparcamiento cuentan con calderas de biomasa alimentadas mediante pellets de origen regional, las cuales permiten una calefacción libre de emisiones de CO2 ya que las que se producen ya están compensadas en origen.
El edificio cuenta también con filtros solares en la fachada que mejoran los consumos ya que este sistema reduce la temperatura interior unos 4ºC e incrementa el confort de las personas que trabajan cerca de la fachada. Un sistema de gestión permite controlar la temperatura y caudales de cada uno de los diferentes espacios.
Calidad del aire
Los espacios buscan que la calidad del aire dentro de las oficinas se sitúe a los niveles máximos y se obtenga aire limpio. Para ello, se ha utilizado la polarización activa y se han instalado filtros de gases, que tratan el aire del exterior hacia el interior y fotocatálisis que elimina las impurezas.
De igual forma, los diferentes espacios están provistos de un control de niveles de CO2, que garantiza el máximo confort y eficiencia, y de un sistema de humectación mediante inyección directa a conductos, que mantiene humedades relativas del 50% en el interior del edificio.
La vegetación del edificio consiste en tres plantas (areca, espada de San Jorge y potus) que permiten fabricar aire puro dentro de la oficina.
Centro de Procesamiento de Datos
Ubicado dentro de un bunker que puede resistir temperaturas de 1.600 ºC durante una hora, la alta eficiencia energética se consigue con nuevos servidores de bajo consumo y con un sistema de refrigeración innovador que utiliza la tecnología “free cooling”, que emplea el aire frío del exterior en invierno, y por el hecho de que no se refrigera toda la sala sino única y exclusivamente cada servidor individualmente y a demanda.
Cómo se reparte el consumo
La climatizatización representa el 65% del consumo energético de la Torre DKV, seguido por un 10% de iluminación y un 15% del Centro de Procesamiento de Datos. «Han cambiado mucho los consumos, tanto por la tecnología en iluminación como por equipos de climatización, entre otros. La iluminación antes suponía entre el 25 y el 28% del consumo y ahora está en el 12%, permitiéndonos bajadas de potencia contratada. Los productos de iluminación también tienen ahora una vida más larga», apunta Munárriz.
La estimación de la compañía es que el total de las inversiones en eficiencia energética en la sede corporativa se recuperen en seis años, tras los que vendrán ahorros más que notables. «En iluminación, las inversiones se recuperan antes porque conllevan menos gasto», señala.
La participación de los empleados
DKV también comenzó aproximadamente hace siete u ocho años un plan de renovación de sus oficinas para transformarlas en ‘eko-oficinas’: «Aunque muchas cambian de emplazamiento, por ejemplo, la de Valladolid regresó al mismo local y ha conseguido reducir en un 55% el consumo en climatización e iluminación».
Buena parte del éxito en esta apuesta por la eficiencia energética recae en los propios empleados de DKV. «Es un modelo estandarizado en el que interviene la tecnología, pero también su uso y control. Los usuarios han de saber cómo gestionar la energía», recalca el responsable de Mantenimiento e Inmuebles de DKV. Es aquí donde entra en escena la figura del ‘eko-amigo’, un empleado de la compañía que ayuda a concienciar a sus compañeros de la importancia de la sostenibilidad y eficiencia energética e impulsa acciones de sensibilización.
Recomendaciones
Un caso ejemplar como el de la Torre DKV, ¿se puede extrapolar a cualquier oficina? David Munárriz afirma con rotundidad que sí es posible lograr importantes ahorros en eficiencia energética independientemente del tipo de local y sus características específicas. «Debes saber cuál es tu desempeño y es aconsejable apoyarse en colaboradores externos. El resultado son muchos ahorros en energía, pero también en dinero. Lo aconsejable es focalizar los esfuerzos e ir consolidando las acciones», recomienda.
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